Alejandra Hernández Di Bartolomei - Psicóloga

Alejandra Hernández Di Bartolomei - Psicóloga
Terapia de Pareja

sábado, 10 de junio de 2017

Terapia de Pareja: ¿Te veo? ¿Me ves? Pero…¿ME veo?


¿Te pasa con frecuencia que ves más lo que tu pareja no te da, que lo que sí te da? 
¿Lo/la comparas continuamente con una idea de lo que quieres/esperas en una relación? ¿Te sientes visto por tu pareja? ¿o piensas que él/ella hacen más hincapié en lo que te falta que en lo que aportas?
¿Te parece que tu pareja nunca tiene en cuenta tus necesidades y solo piensa en las suyas? ¿o tienes la sensación de que no aciertas, que no paras de dar y para ella nada es suficiente?

¿Cómo te comportas cuando te frustras porque tus expectativas (sobre él/ella/la relación) no se cumplen?
¿Y qué consecuencias tiene esto en vuestras vidas?
¿Llegas a desesperarte y exasperarte, a decir o hacer cosas que dejan una huella de dolor difícil de borrar? 
¿Abandonas, "tiras la tohalla", te evades para no entrar en conflicto?
¿Acabas con un sentimiento contradictorio de frustración,resentimiento, rabia y culpa?

Si has llegado a este último punto es probable que pienses que la relación va mal, que no entiendas cómo habéis llegado a esto, que te sientas decepcionada o estafado, y que no sepas bien si te merece la pena darle una oportunidad.

¿Seguimos, o lo dejamos?

Es probable que en este momento la decepción y frustración y un sentimiento impreciso y ambivalente _“¿habré hecho lo suficiente, será culpa mía?" vs."…pero si él/ella hubiera dicho o hecho o dejado de decir o hacer…” _, pesen mas que el sentimiento de amor y deseo.

¿Vamos a Terapia de Pareja?

Si estás pasando por esto es que la incomprensión y la falta de una comunicación empática os ha ganado la partida. Porque no es que no haya comunicación. Siempre comunicamos (también con el silencio y con la evitación). Pero esa comunicación es ineficiente. No usamos el lenguaje para entender y hacernos entender. Y con más frecuencia de la que somos conscientes incluso ni siquiera nos entendemos a nosotros mismos. ¿Cómo pretender que la otra persona nos comprenda?

¿Empezamos por la comunicación?

¿Te has parado a pensar si la forma en que pides y expresas lo que necesitas facilita que el otro lo considere? ¿o lo pone “en la acera de enfrente”?
¿Estás segura de que pides a tu pareja lo que realmente necesitas?
¿Estás seguro de que has entendido lo que tu pareja realmente necesita?
¿Por qué, con toda la frustración que sientes, no terminas de estar seguro de estar siendo justo en lo que expresas, pides y esperas de tu pareja?

Si has reflexionado sobre estas cosas y aun así estás en una situación de bloqueo con tu pareja, es que las estrategias que estás usando para solucionar no son las adecuadas. Tal vez necesitas echar un nuevo vistazo a toda la situación.

Si nos detenemos a observar en profundidad nuestra comunicación veremos que está plagada de juicios, críticas y formas negativas (descalificaciones, reproches) o evitaciones (silencios, ausencias) que no predisponen al encuentro y la conexión que tanto añoramos en una relación de intimidad.

Empatía, sí. Autoempatía, también 

Aprender empatía es aprender a comprender sin juicios las motivaciones de la otra persona (lo que no significa que esté de acuerdo en todo o que acceda a todos sus deseos) y poder ver que surgen de un intento de satisfacer necesidades fundamentales. Lo mismo ocurre cuando nos observamos a nosotros mismos en profundidad: somos capaces de ver qué necesidades importantes estamos intentando satisfacer y por fin podemos liberarnos de la culpa al valorarlas en su justa medida y responsabilizarnos de satisfacerlas.

En Terapia de pareja puedes aprender a mirar y entender por qué y cómo habéis llegado a esta situación. A escucharte y comprenderte mejor (autoempatía) para poder escuchar y comprender mejor a tu pareja. Y, en definitiva, a encontrar nuevas formas y estrategias que faciliten la comunicación y la puesta en marcha de soluciones efectivas que tengan en cuenta las necesidades de ambos. Porque no fluye el amor si el canal de la comunicación no está despejado y limpio.


ALEJANDRA HERNÁNDEZ DI BARTOLOMEI
Cita Previa: Tlf. 661 304 420
Príncipe de Vergara 264 (28016) Madrid  

Terapia de Pareja- Terapia Gestalt
 Psicoterapia individual
 Gabinete de Psicología en Madrid - Tratamientos Psicológicos 
 

domingo, 28 de mayo de 2017

El vínculo amoroso como camino espiritual

 OndreaStephenLevine


Stephen Levine es uno de pioneros en la introducción del Budismo Theravada a Occidente, autor de varios libros sobre el proceso del buen morir, y es, sobre todo, un respetado maestro.
Ondrea Levine, psicóloga y co-autora de varios de sus libros, es su esposa desde hace treinta años.

En estas tres décadas han ayudado a incontables personas a enfrentar enfermedades terminales, heridas psicológicas y pérdidas de toda clase, y, en el camino, les han transmitido el sentido, el alivio y el regocijo en una vida centrada en el corazón. Desde hace unos años se han recluido en su casa en las montañas de Nuevo México, ya que ahora padecen, ellos mismos, enfermedades terminales. Desde allí, por medio de cartas y materiales que suben a su sitio, continúan compartiendo su experiencia de lo que significa atravesar las dificultades con plena conciencia y vivo compromiso, hasta el último día.

El siguiente fragmento es del libro de Stephen, “Embracing the Beloved” (Abrazando al Amado”). “El Amado” es su forma de nombrar al amor incondicional del que todos somos reflejo y encarnación.

“Muchas personas sufren de senilidad de las relaciones. La mente se ha agotado por completo de tanto intentarlo. La auto-protección y la inhabilidad de ir más allá (la resistencia) nos han dejado confundidos, convencidos de que entendemos.

Muchos están quemados y desanimados. Las heridas del pasado les han dejado el corazón lleno de cicatrices. La mente se ha cerrado como un puño. El cuerpo se ha atrofiado en una desconfianza que comprime el vientre. Pero la sensación de pérdida, y de estar perdido, finalmente capta nuestra atención y nos damos cuenta de que nadie puede hacernos felices salvo nosotros mismos. Y comenzamos a tomar responsabilidad.

Comenzamos a construir la capacidad de responder en vez de reaccionar. Hacemos foco en nuestra resistencia y reconocemos que tener una relación es trabajar sobre nosotros mismos. Tomamos lo que un amigo llama ‘toda esa catástrofe de las relaciones’ en nuestro corazón piadoso y en nuestra mente inquisitiva, para que el próximo vínculo no sea una repetición del anterior.

Y nos comprometemos a componer una ‘díada viviente’, una relación consagrada, un vínculo con la consciencia que reconoce el poder de una relación consciente. Y trabajamos, juntos, sobre nosotros mismos. Entendemos que en el cementerio de los  vínculos anteriores fallidos -gracias a los cuales aprendimos a relacionarnos cada vez mejor- lo que estábamos haciendo es trabajar sobre el otro. Odiándolos porque no se convertían en aquello que añorábamos para nosotros mismos. Persiguiéndolos a ellos, y a nosotros, bajo la sombra de nuestras penas no resueltas.

Pero eventualmente dejamos de intentar crear la relación y permitimos que simplemente acontezca. Empezamos a percibir las posibilidades y oportunidades perdidas en los momentos en que cerramos nuestro corazón al dolor del otro, momentos en que nos pareció más importante tener razón que ser genuinos. Momentos de duelo no integrado, expresado en tonos demasiado violentos para el amor. Reconocemos que las intenciones poco claras producen resultados insatisfactorios, exploramos la dolorosa repetición de la negativa a perdonar y el resentimiento.

(…)
Explorando el osario de las relaciones que sentimos que ‘no funcionaron’, despertamos como de un sueño recurrente, y la relación se convierte en lo que Buda llamó ‘el trabajo a realizar’.
Esto significa soltar las defensas en nuestras mismas fronteras. Salir del territorio seguro y adentrarnos en lo desconocido, lo -incluso- ferozmente resistido. Significa hacer un amor más grande aun que nuestro miedo de revelarnos como no amados y no amables. Un amor más grande que nuestro miedo al dolor.

Cuando uno se compromete con prácticas que aclaran la mente y descubren el corazón -la presencia, el perdón, el amor incondicional- aquello que alguna vez pareció imposible de abordar bien puede convertirse en el centro mismo de la relación.”

Fuente:
lausinamistica.wordpress.com

sábado, 13 de mayo de 2017

En Hogarmanía Magazine respondo a algunas preguntas frecuentes sobre la Pareja, os invito a leerlo:

¿Han evolucionado las relaciones de pareja respecto a hace 10-20 años?
Creo que en los últimos años las expectativas sobre la relación de pareja han aumentado enormemente. Se le pide a la pareja prácticamente todo: romance, compromiso, una sexualidad perfecta, compañerismo, contención, apoyo, estabilidad y al mismo tiempo se le pide novedad, “maripositas en el estómago”. Debido esta idealización de la relación de pareja no se tiene en cuenta que es normal que aparezcan conflictos, discusiones, y que “desenamorarse” un poco es una etapa normal y sana de la construcción de la vida en común.

¿Cómo podemos cuidar nuestra relación de pareja y evitar la monotonía?
Cultivando la atención. Esto es no dar por sentado a mi pareja. Mirarla, mirarla de verdad, como si fuese algo nuevo en mi vida. No creer que “ya lo conozco”. Ver lo que nos gusta de nuestra pareja y decírselo aunque nos parezca que es algo evidente. Buscar momentos para compartir, comunicarse, contarse las cosas del día, darse apoyo. Preguntarle y escucharle con atención. Poner ideas en común y llegar a acuerdos sobre los problemas que van surgiendo. Cuidar las formas, evitar reproches y juicios. Tener proyectos comunes y aprender algo nuevo juntos son otros componentes que también ayudan a mantener la ilusión.

¿Qué aspectos no debemos consentir dentro de una relación de pareja?
Hay líneas rojas que no se pueden atravesar: el excesivo control y celos, los insultos y subidas de tono permanentes, sobre todo si son delante de los hijos; las descalificaciones en público y en privado, y por supuesto la agresión física.
Una educación para las relaciones sería la mejor forma de prevención, comprender que la pareja tiene un “ciclo vital”, cabios de etapa que hay que conocer para afrontarlos creativamente. Este último tiempo empiezan a llegar a mi consulta parejas que llevan poco tiempo de relación que quieren modificar patrones de comportamiento perjudiciales. Con ellos es más fácil trabajar porque es una labor más didáctica que de reparación, no vienen tan dañados y a veces unas pocas sesiones, un simple cambio de perspectiva, les ayuda a mejorar mucho, sobre todo la comunicación que es un pilar fundamental para vivir el amor con plenitud.
Hay muchas relaciones que comienzan con expectativas desmesuradas o irreales: esperamos que la otra persona nos proporcione la autoestima, la seguridad, la valoración que no hemos desarrollado hacia nosotros mismos. Además nos comunicamos mal, con exigencias, reproches, silencios monolíticos. Todo esto nos garantiza alejar más a nuestra pareja de nosotros y desde luego no motivarle a que nos dé lo que le pedimos. Otra forma de garantizarnos sufrimiento y ruptura es pensar que el tiempo arregla las cosas, suele ser justo al contrario.

¿Qué porcentaje de importancia tiene en una relación el sexo?
Tiene la importancia y el lugar que cada pareja en concreto quiera darle. No hay fórmulas universales. Lo importante es que ambos encuentren un equilibrio para satisfacer las necesidades de cada uno en ese aspecto. Para ello se necesita una gran cantidad de escucha, respeto, comunicación, y entender la sexualidad de una forma amplia que incluya el placer del contacto, las caricias, la conexión profunda e íntima con el otro y que no se limite a un “sexo por objetivos” donde el éxito se reduzca a la penetración y el orgasmo o a “cumplir” con una frecuencia determinada.

¿La gestión de momentos complicados a nivel emocional, laboral o familiar ayuda a fortalecer la pareja?
Son situaciones que ponen a prueba los recursos personales de afrontamiento y suelen mostrar de qué pie cojea cada uno; pero desde luego son experiencias que, bien llevadas, sabiendo gestionarlas de una forma positiva con una buena comunicación, fortalecen y unen más a la pareja.

¿Cómo afecta la llegada de los hijos a las relaciones de pareja?
Suele ser un momento de crisis. Vienen a mi consulta entre uno y dos años después del nacimiento de un hijo porque aparecen muchas discrepancias sobre las pautas a seguir en la crianza, o por la intrusión de las familias de origen, que han derivado en fuertes discusiones. Los roles han cambiado, las responsabilidades se multiplican, el tiempo escasea y hay estrés y falta de sueño…¡pero las expectativas siguen siendo las mismas! que mi pareja me apoye, me atienda, esté sexualmente igual de disponible que antes, que ponga límites a su familia, que haga las cosas como yo espero que las haga... en fin, una etapa difícil.
En general muchas mujeres viven la tensión y autoexigencia de “ser una buena madre” y además desean disfrutar del bebé. Se sienten incomprendidas y agobiadas por la demanda de volver a “ser pareja” _sobre todo en el aspecto sexual_ y por la dificultad de conciliar la maternidad con su trabajo o proyectos profesionales.
Los hombres, en cambio, viven la decepción de verse desplazados, de no sentirse valorados ni entender qué necesita su pareja que se queja de forma constante (“parece que no hago nada bien”). Esto les puede llevar a una conducta escapista de evitación del conflicto. Esta reacción refuerza vivencias de soledad y abandono en la pareja quien aumenta sus quejas en un intento fallido de acercamiento. Es la pescadilla que se muerde la cola.
La Terapia de Pareja ayuda a cortar con este círculo vicioso para convertirlo en un “círculo virtuoso” donde cada uno entiende mejor el sentir del otro y sus propios sentimientos, y se predispone mejor a implementar soluciones en vez de seguir alimentando el conflicto.

¿Somos su espejo de cara a sus relaciones futuras?
Desde luego somos una referencia para nuestros hijos en muchas de sus conductas. El primer modelo de pareja que conocemos es el de nuestros padres. Este modelo y la relación que vivimos con cada uno de ellos condiciona de forma inconsciente el tipo de pareja que buscamos y la base de la relación que establecemos con ella.

¿Las parejas acuden a las terapias?
Creo que cada vez es un recurso más considerado para resolver conflictos y recuperar el amor. Sobre todo las parejas con hijos son especialmente conscientes de que les merece la pena intentar solucionar sus dificultades con una ayuda externa cuando se ven al borde de la separación. Cuando han dejado pasar demasiado tiempo y se han acumulado mucha heridas y resentimientos esto es más trabajoso.

¿Qué perfil de personas acuden?
Mayormente acuden a terapia parejas entre los 30 y 40 años con niños pequeños ya que en los primeros años de crianza se producen muchas discusiones debidas a las expectativas no cumplidas y cambios de rol. También cuando se ha producido una infidelidad para que les ayude a superarlo. O parejas jóvenes que inician una relación y empiezan a observar dificultades en la comunicación, que desean aprender a comunicarse mejor.

¿Qué trabajáis en las sesiones?
Comenzamos por definir juntos unos objetivos alcanzables. Los ayudo a descubrir la dinámica que han establecido que produce el bloqueo en el que están y a desarrollar una actitud constructiva. Además de aprender una nueva manera de escucharse mutuamente, y una nueva forma de expresión basada en la comunicación empática, también hago hincapié en que aprendan a comprenderse a sí mismos, a detectar y expresar mejor lo que necesitan, a mirar qué aspectos no resueltos de sus vidas están afectando en la relación y cómo atenderlos. A veces veo la necesidad de alternar reuniones conjuntas con sesiones individuales, para trabajar lo personal que esté afectando en la relación.  
También hay espacios dedicados a retomar el contacto y la conexión además de otras pautas como tareas a realizar cuando se van a casa.

¿Qué claves son necesarias para que una pareja salga adelante tras las sesiones?
Además del amor que se tengan, la actitud constructiva, la paciencia y la flexibilidad, el compromiso y la perseverancia. Es un trabajo cotidiano que no se hace por sí solo. Hay que seguir practicando lo aprendido en Terapia, ponerlo en la agenda, dedicarse momentos especiales solo para la pareja, para cuidar la relación y mantener la ilusión.


ALEJANDRA HERNÁNDEZ DI BARTOLOMEI
Psicóloga - Terapeuta de Pareja


ENLACES:

Mi Blog de Psicología Transpersonal: http://alejandrahernandezterapiagestalt.blogspot.com.es